En 1963 se funda la Alianza Nacionalista Iberoamericana «Joven América», sección transatlántica de su homóloga Jeune Europe. Establecida en Miami por el militante nacionalista cubano Aldo Rosado-Tuero (aunque con una sede oficiosa en Buenos Aires), de la que sería Coordinador Continental, Joven América agrupó a movimientos nacionalistas de Iberoamérica en un esfuerzo común por la «implementación del Estado totalitario en toda América».
Motivados por las ideas paneuropeístas de Jean Thiriart plasmadas en el ideario nacional-revolucionario de Jeune Europe, Joven América perfiló la constitución de la «Nacion Americana» desde el Río Bravo a la Tierra del Fuego mediante la unificación continental, basándose en el principio joseantoniano de «unidad de destino en lo universal».
La organización líder de Joven América fue el Movimiento Nacionalista Cristiano (MNC) —no se le confunda con el Movimiento Nacionalista Cubano de Felipe Rivero, que aunque amiga del MNC cristiano, constituía un grupo distinto—, formación anticastrista clandestina conformada por nacionalistas cubanos del exilio, dirigida también por Aldo Rosado-Tuero.
El MNC, y Joven América, por extensión, sostuvieron una postura tercerista en pro de la autonomía de Iberoamérica con respecto a los Estados Unidos y la Unión Soviética; negándose sus cuadros a colaborar con elementos de la CIA que intentarían alinearles en distintas ocasiones.
Le integraron, entre otros movimientos, el Frente Patriota de Méjico, la Acción Nacional-Revolucionaria Centroamericana, la Asociación Nacionalista Cubana (más tarde conocida como Movimiento Nacionalista Cubano), la Legión Boliviana Social Nacionalista, el Movimiento Nacionalista de Costa Rica, Joven Argentina, Colombia Joven, etc.
El impacto ideológico de Joven América persistió en algunos de sus miembros particulares que, más tarde, compondrían futuras agrupaciones de acuerdo a su ideario. Este sería el caso de la organización nacional-revolucionaria mejicana Nueva Guardia (1971), integrada por antiguos miembros del Frente Patriota, cuyo principal texto doctrinal, Carta a una Nación Joven: Manifiesto a la Comunidad Iberoamericana, se vería notoriamente influido por el precepto de unidad continental revolucionaria de Joven América.
En 1965, Joven América llevó a cabo lo que denominó «Operación castigo» a manera de guerra contra el comunismo no convencional en coordinación con sus movimientos adherentes, realizando una serie de atentados terroristas en Méjico, Argentina, Panamá, Brasil, Costa Rica, y demás países de la región. Joven América fue invitada a formar parte de la Liga Anticomunista Mundial (WACL por sus siglas al inglés), declinando la oferta al negarse a compartir sitio con elementos proestadounidenses entre los cuales señalaron a Videla, Stroessner y Ferdinand Marcos.
Agotada por la presión de distintos gobiernos, la iniciativa de una organización internacional neofascista sería relevada por la aparición de la también efímera Alianza Mundial de Nacional-Revolucionarios en 1975, animada, nuevamente, por Rosado-Tuero, quien continuaría actuando bajo distintas siglas y seudónimos por durante los siguientes años. Rosado-Tuero reformaría también al Movimiento Nacionalista Cristiano a manera de los Comandos Libres Nacionalistas, y más tarde, en 1976, animaría la formación del Partido Nacional-Socialista Obrero Cubano; entre tantas otras organizaciones.