«Revuelta contra el mundo moderno» es el título del último libro de Julius Evola. Julius Evola es un autor demasiado poco conocido más allá de la frontera italiana. En Alemania, hace poco tiempo, se tradujo otro de sus libros, «Heidnischer Imperialismus», una versión modificada y, sobre todo, politizada, de su obra «Imperialismo pagano». En cuanto a Francia, no creo que haya nadie además de René Guénon que cite o comente sus libros. Sin embargo, Evola es una de las mentes más interesantes de la generación de la guerra [Primera Guerra Mundial]. «Revuelta contra el mundo moderno» puede compararse —por su visión histórica y valiente interpretación— con libros como «La decadencia de Occidente» de Spengler o «El mito del siglo XX» de Rosenberg, aunque no tendrá ni mucho menos el mismo eco de esos dos libros. Todo contribuye al aislamiento de Evola en el campo del pensamiento y la cultura moderna: el rigor de su análisis filosófico, su espíritu crítico y la valentía que alberga al sostener una ciencia «tradicional» que se opone a la ciencia fragmentada, atomizada, laica.
Evola es ignorado por los especialistas porque va más allá de sus esquemas mentales. Es inaccesible a los diletantes, porque recurre a una erudición verdaderamente prodigiosa, y al mismo tiempo no hace ninguna concesión a la presentación de sus ideas (es una manera de explicar el motivo por el cual Evola no tiene ideas que sean consideradas como «propias»).
Debutó con estudios filosóficos muy serios sobre el idealismo. Por otro lado, su formación filosófica fue reconocida incluso por especialistas, y su obra fundamental —«Teoría y fenomenología del individuo absoluto»— es el libro más serio sobre idealismo mágico que se ha escrito hasta ahora. Pasando de la filosofía a la cultura y la crítica social, Evola siempre dio muestras de un sentido de dirección y de una unidad de actitud típicamente italiana. La visión de Evola es simple: en esta visión, que ninguna ideología ha adoptado, afirma y reafirma valores «tradicionales». Con este término, sin embargo, se refiere a todo valor creado por una civilización que no hace de la vida un fin en sí misma, sino que considera que la existencia humana es únicamente un medio para alcanzar una realidad espiritual, trascendente. Evola nunca expuso de manera más completa y con más fervor lo que significa este «tradicionalismo» tanto como en «Revuelta contra el mundo moderno». Recomendamos este libro a todos aquellos que deseen, si no volver a viejas cuestiones, al menos contemplar una explicación del mundo y de la historia de una grandeza fascinante.
Obras similares pueden ser leídas de muy numerosas maneras: por personas dispuestas a aceptar todo bajo su propio riesgo y peligro, o para refutar así todo de la misma manera; pero también por personas dispuestas a recibir sugerencias vengan de donde vengan, y que son entusiastas en poder comprobarlas en cualquier circunstancia.
Podemos decir que la obra de Evola se sitúa en las líneas culturales de Gobineau, Chamberlain, Spengler, Rosenberg. Con mucha más «seriedad», sin embargo —por paradójico que pueda parecer esta afirmación— Evola no ha olvidado y no ha renunciado a sus estudios antes mencionados: es más «filósofo», pero de una manera totalmente insólita. El idealismo mágico llevado a sus límites extremos es una materia difícil de digerir. No es parte de nuestras intenciones traer a colación este libro, que es a la vez anticristiano y antipolítico, así como opuesto a comunistas y fascistas, que niega una gran cantidad de seres vivos y valores que hoy nos aplastan, afirmando sólo cosas y valores «muertos» en los que ya nadie cree en nuestro tiempo. Evola no está bajo ninguna influencia. Esto es lo que lo hace comprensivo. En cuanto a la resonancia de su pensamiento en Rumania hay que recordar que publiqué un largo artículo sobre su obra a finales de 1927, mientras que en 1928 desarrollé un estudio sobre su filosofía mágica, que queda como manuscrito. Posteriormente el único que le mencionó por su nombre, en nuestro país, fue, en 1933, nuestro colega Vasile Lovinescu.