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Grazia Livi: Ya sé que usted ve a muy poca gente. Todo el mundo habla de Pound como una figura lejana, casi mítica. Yo dudaba al venir a visitarle, me daba un poco de miedo.
Ezra Pound: ¿Miedo?...Ya comprendo…Estropeo todo lo que toco. Siempre me he equivocado….
Grazia Livi: En el fondo estoy maravillada de que me haya recibido. Y me pregunto, ahora, lo que puede pensar un hombre como usted por la irrupción en su vida privada de personas de los grandes medios de difusión, como la televisión y la prensa.
Ezra Pound: ¿Debo responderle con un epigrama?
Grazia Livi: Si le parece…
Ezra Pound: No, voy a responderle con otra pregunta. ¿Prefiere vivir sola en una habitación o en una cloaca por donde pasen decenas de tuberías?
Grazia Livi: Sola en una habitación, naturalmente. ¿Entonces, por qué me ha recibido?
Ezra Pound: ¡Oh! ... !Está muy claro!
Grazia Livi: ¿Acaso debo de creer que le es completamente indiferente, responder o no a mis preguntas?
Ezra Pound: Mire: toda mi vida creí que sabía algo. Después llegó un día extraño y me di cuenta de que no sabía nada. Y las palabras se han vaciado de sentido….
Grazia Livi: Quizá nuevos elementos se han introducido en la vida del hombre, como una fuerza viva. Me refiero a la mecanización creciente y a su influencia anti-poética y enajenante sobre la humanidad…
Ezra Pound: Sí, también. Pero, al mismo tiempo creo que todo esto es temporal. Pienso que hay algo de germinal en la humanidad, que le puede hacer sobrevivir la mecanización. En suma, creo que una buena parte de la conciencia humana sobrevivirá, a pesar de todo y será capaz de luchar contra las fuerzas de la inconsciencia.
Grazia Livi: ¿Pero, con qué medios? ¿El arte? En The spirit of Romance escribió «el arte es un fluido que se mueve más allá y por encima de los hombres…»
Ezra Pound: ¡Oh!, !los medios! Yo no sé ya nada…He olvidado hasta el nombre de ese filósofo griego que decía que nada existe, pero que si algo existiese sería incognoscible, y que si se pudiera conocer, no se podría comunicar.
Grazia Livi: Tomándole al pie de la letra, ¿el mundo actual no es más que un magma en perdición, para el que no existe ninguna vía de salvación?
Ezra Pound: No. No es eso. El mundo contemporáneo no existe. No existe nada que no esté en relación con el pasado y con el futuro. El mundo actual es una fusión, un arco en el tiempo. Pero se lo repito, yo ya no sé nada. He llegado demasiado tarde a la incertidumbre total…
Grazia Livi: ¿Es una constatación o una verdad que le hace sufrir?
Ezra Pound: Es algo a lo que he llegado por el sufrimiento…Sí, por el sufriemiento.
Grazia Livi: Así, pues, si el mundo actual no existe, no existe, por lo tanto un hombre contemporáneo.
Ezra Pound: Eso es, no existe un hombre contemporáneo. Existe, solamente un hombre que pueda tener una mayor consciencia de los errores…
Grazia Livi: Quizá no he comprendido bien, ¿errores u horrores?
Ezra Pound: Errores y horrores…ambos. Y los más imbéciles son los que creen que saben algo. Yo, por el contrario, sé que no sé nada…
Grazia Livi: Pero cuando usted escribió A Lume Spento, Lustra, cuando estudió a Confucio o durante su trabajo sobre la espléndida elevación de los Cantares ¿tenía ya esa certeza?
Ezra Pound: Oh, sí, sí que la tenía. Efectivamente, y lo vuelvo a repetir, he llegado demasiado tarde a la duda.
Grazia Livi: Si hubiera alcanzado antes esta gran duda, ¿cómo hubiera encauzado su vida y obra?
Ezra Pound: ¡Hubiera evitado tantos errores! Tenía buenas intenciones que no he sabido realizar. He sido estúpido…un trocito de anteojo. La conciencia me llegó demasiado tarde…y demasiado tarde la certeza de no saber nada.
Grazia Livi: ¿Qué le ata al mundo desde que ha llegado a la suprema certeza de la incertidumbre?
Ezra Pound: Nada me ata a la vida, sencillamente, estoy hundido.
Grazia Livi: Y yo que imaginaba que el conocimiento puro, ese don de la vejez, proporcionaba la paz y la belleza.
Ezra Pound: Sí, puede aportar la paz. El mundo es supremamente maravilloso. Dios mío, todas estas cosas son puros clichés. ¡Me cansa tanto formular dos frases un poco difíciles!
Grazia Livi: Quizá, nuestra discusión es un poco abstracta. Me gustaría pedirle que cambiásemos de tema. En Hugh Selwyn Mauberly se leen estos versos: «La época reclamaba un molde de escayola/hecho sin pérdida de tiempo,/un cine prosaico y ciertamente, no de alabastro/ni rima cincelada». Y también: «mi celebridad de poco precio/lo que de nuestra vida quedará». A su edad, usted que ha descubierto tantos talentos nuevos, ¿qué consejo le daría a un joven poeta?¿qué cualidad necesita, en primer lugar?
Ezra Pound: Es difícil de decir, pero estoy seguro de que un poeta joven debe mantener siempre desvelada su curiosidad. Esto, desde luego, no le convertirá en escritor, pero puede salvarle de la aridez y de cosas peores. Sí, es necesario, para hacer algo bueno conservar esta fuerza.
Grazia Livi: ¿Puede trabajar todavía?¿O le posee de tal modo la gran incertidumbre que hace inútil cualquier esfuerzo creador, sea el que fuere?
Ezra Pound: No, ya no trabajo…nada hago. Me he convertido en un iletrado y analfabeto. Me sumo a la letargia al comenzar el invierno. Para desgracia mía, no hago más que fomentar la glotonería y la pereza…Sí, me sumo a la letargia y contemplo…He elegido el vivir en Italia, en Venecia, por el momento, como si la letargia o la contemplación fueran aquí más dulces que en otros parajes. ¿Por qué razones? Los italianos tienen una vitalidad, una espontaneidad curiosa…Llegué por primera vez a Italia a la edad de doce años, con mi tía, para visitar Venecia. Siempre he deseado regresar a ella. Por el momento aquí estoy. ¡Helo aquí! Esto me parece coherente…
Grazia Livi: ¿Pero, le apetece viajar, visitar Italia, Europa?
Ezra Pound: ¡Ah! No lo sé. En cierto modo el retorno a Europa fue un «choc» para mí. Alguien ha dicho que soy el último poeta americano que vive la tragedia de Europa. Ahora me hablan de Sicilia, me dicen que debiera ir allí. Sí, ¿pero, cómo?
Grazia Livi: Me acuerdo que a los doce años recorrí Italia en tren y en automóvil. Hoy podría tomar el avión. ¿Le gustaría?
Ezra Pound: ¡El avión! Lo tomé una sola vez, en 1945. De Italia a los Estados Unidos, esposadas las muñecas…
Grazia Livi: Habiendo llegado a la incertidumbre total - que acaba de confesar – no veo de que manera podría interesarle conocer nuevos aspectos de la realidad.
Ezra Pound: Así es. Ya no conozco más que mi letargia.
Grazia Livi: Recuerdo dos de sus mejores versos: «Tarde, muy tarde te conocí, oh tristeza,/durante sesenta años fui de piedra, como la juventud», ¿qué hay en su letargia de hoy?¿tristeza o simplemente, alejamiento, ausencia de pensamiento?
Ezra Pound: No pienso. Solo tengo la certeza de mi gran incertidumbre. Dudo…
Grazia Livi: Entonces, seguramente se dirá, al mirarme: ¿qué representa este rostro absurdo que pertenece a la realidad y que me hace preguntas como si yo también perteneciera a la realidad?...Por lo tanto, le ruego que me excuse, si le he importunado con mis preguntas.
Ezra Pound: No, no se excuse. Usted pertenece al cosmos. Participa, pues, de su lógica, por esa minúscula parcela de verdad que él posee…Yo, por el contrario, ya no sigo siendo…
Grazia Livi: Ya no sigo siendo… ¿qué?
Ezra Pound: ¡Ah! No sigo siendo. He perdido el poder de llegar al fondo de mi pensamiento con palabras. Es todo tan difícil, tan inútil…